Muchos lo han considerado el «descubrimiento arqueológico del año»: un equipo de arqueólogos egipcios, liderados por el omnipresente Zahi Hawass, ha anunciado el descubrimiento de una ciudad de hace 3.400 años, fundada por Amenhotep III, en la localidad egipcia de Luxor. El descubrimiento se hizo el pasado septiembre; en realidad los arqueólogos solamente han desenterrado los edificios de un barrio de la ciudad, por lo que aún es pronto para discernir el verdadero alcance e importancia del descubrimiento. Lo que conocemos hasta el momento de la llamada «Ciudad Dorada» se reduce a un área empleada por obreros gremiales, cuya conservación es sorprendente. Vasijas intactas, restos de animales, comida… Es como si los habitantes se hubieran marchado precipitadamente.
El hallazgo además promete llenar un vacío histórico en una de las épocas que más fascinación han levantado entre los expertos: la de los faraones de la dinastía XVIII, Amenhotep III y su hijo Amenhotep IV. El primero recordado por haber dado al pueblo uno de sus periodos de mayor esplendor; y el segundo, llamado «El Hereje», conocido por haber abandonado la religión oficial en favor de un monoteísmo dedicado al dios sol Atón. Amenhotep IV se cambió el nombre por el de Akenaton, y trasladó su capital de Tebas a la ciudad de Akenaton, en Amarna. La ciudad descubierta fue fundada por el padre, que reinó entre los años 1353 y 1336 a.C. Una de las teorías que provocan controversia y discusión entre los expertos es la de la corregencia. Hay división entre los que afirman que Amenhotep III y su hijo reinaron juntos durante un tiempo largo, otros creen que este tiempo de corregencia fue corto y finalmente, están quienes niegan categóricamente la corregencia.
El abandono de la Ciudad Dorada, fundada, a tenor de los sellos descubiertos en los tapones de las vasijas, por Amenhotep III, fue protagonizado por su hijo Akenaton en la época en que este marchó hacia Tell El Amarna. Por lo que el descubrimiento de esta ciudad, situada entre los templos de Amenhotep III al norte y de Medinet Habu al sur, podría poner punto y final a esta controversia que se ha prolongado a través de los años, además de ofrecer una impagable información en torno a la vida cotidiana en los tiempos de la XVIII dinastía.