Para la británica Jane Dotchin, la edad tan solo es un número. Desde 1972 esta anciana de 80 años de edad peregrina desde su pueblo natal, Hexam (Inglaterra), hasta Inverness (Escocia). Y pese a su elevada edad, este curso no iba a ser diferente.

Pese a que esta travesía no es precisamente corta, para Dotchin nunca se ha tratado de realizar grandes distancias. Tampoco de alcanzar lo inalcanzable. Durante la última década no ha necesitado más que su pony de 13 años, su Jack Russell Terrier inválido y unos pocos suplementos para el viaje.

Como ocurre en cualquier expedición de primer nivel, la británica acampa con una pequeña tienda junto a su perro. Quién, tal y como explica ella misma, duerme en su regazo ‘como un tronco’. Dony, el pequeño Bull Terrier que acompaña a Dotchin durante más de una década, padece una deformación en sus patas delanteras. Para él, caminar al ritmo de su dueña no es una posibilidad. Sin embargo, eso no se ha convertido en un problema.

En un sitio privilegiado a la chepa de su pony, el can reposa tranquilamente junto a su dueña a lo largo de los 500 km que separan Hexam de Inverness.

El recorrido le suele llevar aproximadamente un mes. Lo cual significa que, a sus ochenta años, Dotchin recorre la friolera de 30 km diarios. A eso hay que sumarle la inestabilidad climática, las acampadas y la gestión y cuidado de su pequeño perro.

Dotchin durante el peregrinaje

Una oda al amor y la libertad

La historia de Jane Dotchin adquiere otra dimensión cuando conocemos su contexto. Este peregrinaje es una tradición que comenzó su madre antes que ella. Si bien es cierto que las razones eran ligeramente distintas, la anciana lo vive como una forma de reencontrarse con sus amigos, con la gente que ha conocido a lo largo de tantos años realizando exactamente el mismo recorrido.

“Es bonito salir y ver a la gente otra vez’, explicaba. ‘Les llamo por la mañana para decirles que voy a estar allí por la tarde. No les aviso con demasiada antelación porque si el tiempo de repente cambia o decido parar antes, entonces se preocupan por mí’.

Dotchin ni siquiera lleva un mapa encima. Su única herramienta ‘moderna’ es un teléfono móvil que tan solo usa en caso de emergencia. Y todo, con el único objetivo de expresar el amor que tiene por su tierra y sus animales.

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