Brendom Grimshaw se hizo famoso por adueñarse de la isla Moyenne (Mahé) para trasladarse a vivir allí a sus 40 años

Para hablar de la historia de esta peculiar compra debemos trasladarnos a la década de los sesenta, concretamente al año 1962. Fue entonces cuando el periodista Bredom Grimshaw comenzó a explorar opciones para vivir en pleno contacto con la naturaleza. En un principio, su idea era trasladarse a cualquier lugar del archipiélago de la Seychelles tras haber cubierto la guerra de Kenia durante años, pero lo que nunca se imaginó es que la oportunidad se le presentaría ante sus ojos de forma totalmente fortuita.

En una de las visitas al archipiélago, un viandante le ofreció de forma totalmente aleatoria -o al menos eso es lo que Grimshaw contó- una isla abandonada y destrozada por el turismo masivo por una cifra que rondaba los 10 000 dólares. El ciudadano británico no lo dudó, era justo lo que estaba buscando y se embarcó en una aventura sin parangón.

Una reconstrucción desde los cimientos

Aunque estamos hablando de un precio relativamente ‘normal’ para la época, podría incluso decirse que era algo elevado dadas las condiciones en las que se encontraba la isla. La única fauna que podía encontrarse era la de cientos de ratas que merodeaban entre la maleza. Los árboles hacía tiempo que ya habían desaparecido y la riqueza vegetal era nula. Por ello, este atrevido aventurero se obsesionó con solo una cosa: la replantación. 

Tras limpiar la isla, Grimshaw enterró las semillas de algunos árboles autóctonos de una isla contigua. Después de algunas décadas, la isla de Moyenne ya dispone de casi 20 000 árboles. Algo parecido puso en práctica con la fauna. Desde el momento en el que las plantaciones comenzaron a dar frutos, Grimshaw trasladó algunos pájaros también de la isla contigua para que criaran allí. Sin embargo, este fue un proceso más difícil, ya que las aves volvían por inercia al lugar que siempre habían habitado. Hoy podemos encontrar más de 2000 pájaros de distintas especies.

Grimshaw posa junto a las tortugas que él mismo trasladó a su isla

En Moyenne también se afincó una especie de tortuga muy peculiar, siempre siguiendo todas las directrices de las distintas organizaciones de conservación flora y fauna. La elegida fue la tortuga gigante de Aldabra, y la razón de dicha elección vino dada en parte porque en algunas de las islas del archipiélago se estaban extinguiendo. Aquí dispondrían de un lugar seguro en el que vivir, y así ha sido a lo largo de los años.

Integridad por encima del dinero

Con electricidad y una vía de comunicación telefónica, Grimshaw estabilizó su vida en esta pequeña isla de no más de 400 metros de largo. Allí es donde él decidió que querría acabar sus días. Recibió durante años a curiosos, siempre respetando santuario que había construido. El periodista se convirtió en noticia, y con él lo hizo la isla. Según contaba para algunos medios ingleses, le llegaron a ofrecer 50 millones de dólares en dos ocasiones distintas. Pero siempre rechazó. Para él no era cuestión de dinero, ya que después de muchas décadas de trabajo había creado por fin el que hoy se considera el parque nacional más pequeño del mundo.

Vista del parque nacional más pequeño del mundo

Más tarde, el fallecimiento de su madre llegó y fue entonces cuando, a sus 88 años, le propuso a su padre viudo trasladarse a la isla con él, y así fue. Ambos murieron en Moyenne y fueron enterrados uno al lado del otro.

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