La expedición Endurance22 ha sido la responsable del descubrimiento de este barco que esconde en sus paredes una de las historias más famosas del mundo de la exploración
Lo que parecía un imposible y ya muchos desechaban, se ha hecho realidad; el pecio de Ernest Shackleton que naufragó en la expedición antártica más famosa de la historia ha sido hallado en perfecto estado. Los héroes de este descubrimiento han sido los investigadores que componían la expedición ‘Endurance22’, quienes se encontraron de lleno con el navío en el Mar de Wedell, a tan solo a unos km del continente antártico. Justo donde Ernest Shackleton reportó su hundimiento.
El barco se encontraba a 3008 metros de profundidad, y Menson Bound, director de la exploración, simplemente no daba crédito teniendo en cuenta el estado en el que se encontraba:
«Estamos abrumados por nuestra buena suerte de haber localizado y tomado imágenes del Endurance. Este es, de lejos, el pecio de madera de mayor calidad que jamás haya visto. Está erguido, bien orgulloso en el lecho del mar, intacto y en un estado de preservación brillante”
En el navío pueden leerse todavía las inscripciones talladas en sus maderas más de cien años después de uno de los hundimientos más comentados. Para el equipo de investigadores, no solo es cerrar el círculo a nivel científico e histórico, sino que también es una forma de volver a poner en el foco lo que Shackleton consiguió, y quizás inspirar a otros y otras para que nunca pierdan el espíritu aventurero que a él siempre le caracterizó.
El buque permanece tal y como los investigadores lo encontraron, y ya está oficialmente protegido por el Tratado Antártico.
La historia de Ernest Shackleton, un líder por naturaleza

Fotografía de Ernest Shackleton
El angloirlandés, Ernest Shackleton, planteó una de las expediciones más rompedoras hasta la fecha. Su idea era convertirse junto a su equipo en el primer explorador en cruzar por tierra el continente antártico. Un objetivo ambicioso hoy en día, que en 1914 se tachaba prácticamente de suicidio, pero Shackleton confiaba en sus posibilidades, y sobre todo, en sus hombres. Así pues, en el año 1915 partió con un plan concreto.
La idea era atravesar el Mar de Wedell, hasta entonces inexplorado, para llegar a la Isla de Ross desde donde se lanzarían al continente helado. El equipo disponía de cien perros y dos trineos motorizados, sin embargo, todos los planes se truncaron cuando a tan solo 160 km de la Antártida el buque encalló. Ni si quiera en la actualidad, haciendo uso de las prendas más modernas, un humano podría vivir sin recursos más de un día bajo las extremas temperaturas antárticas, y eso es algo que Shackleton siempre tuvo en cuenta. Quedarse en aquel lugar sin hacer nada significaría morir en cuestión de días, por ello ejerció como el líder que era y rescató de una muerte segura a nada más y nada menos que 28 hombres.
Con botes salvavidas, los transportó desde el lugar del suceso hasta la Isla Elefante, a unos km de Georgia del Sur. Una expedición de meses en la que la tripulación del Endurance solo pudo alimentarse de pingüinos y focas. Una vez allí, Shackleton tomó una decisión; lo mejor era dividirse, un grupo de 22 personas se quedaría en la Isla Elefante, y el resto de la tripulación marcharía a Georgia del Sur para pedir ayuda y completar así el rescate. Dicho y hecho. Tras más de 1000 km en botes y condiciones extremas -y cuatro meses después- los marineros del Endurance volvieron con vida a sus casas. Atrás quedó como prueba de la gesta el navío que, hasta hoy, permanecía en paradero desconocido.