Ya ha pasado una década desde que Miriam Lancewood y Peter Raine optaron por dejarlo todo para adentrarse en las remotas montañas de Nueva Zelanda, sin nada más que un arco y un par de flechas.

Ambos se conocieron en un viaje a la India. Lancewood había finalizado recientemente su grado universitario y aspiraba a ver mundo, a vivir nuevas experiencias. 

Por su parte, Raine acababa de reinventar su forma de ver la realidad tras leer el libro de Raimon Panikkar’s; Intuición Cosmotheandrica. Un escrito que disuelve la idea de las realidades separadas entre el hombre, la tierra y Dios. Esta lectura fue la gota que colmó el vaso. A partir de este moento decidió convertirse en ‘nómada moderno’. Sin casa. Sin posesiones. 

El neozelandés dejó su trabajo como profesor en la Universidad y se mudó durante un año a la India. Fue allí donde conoció a  Lancewood. Según contaban para explorersweb.com , la química entre ambos fue ‘instantánea’. Y pese que tenían una diferencia de edad de 30 años, eso nunca se convirtió en un problema.

Después del encuentro, la pareja viajó durante meses por todo el este asiático, hasta que finalmente optaron por asentarse en la región de Marlborough (Nueva Zelanda).

Una ‘nueva’ vida de supervivencia, caza y aventuras

Miriam Lancewood posa con una arco de flechas

Una vez en la tierra natal de Raine, la pareja compró una pequeña casa ligeramente alejada de la ciudad. Aunque aquello no fue suficiente para saciar su espíritu aventurero.

Así pues, decidieron vender todas sus propiedades y pertenencias para mudarse definitivamente a las remotas montañas neozelandesas. Tan solo se llevaron consigo un arco y unas cuantas flechas.

“No vimos una razón para volver a la ciudad o asentarnos. Nos sentíamos completamente libres en las montañas salvajes de Nueva Zelanda. A veces no veíamos a nadie en meses. Nunca eché de menos nada”, explicaba Lancewood.

Durante diez años vivieron totalmente apartados del sociedad. No permanecían más de cierto tiempo en el mismo lugar, y se cobijaban en una pequeña tienda de campaña que llevaban siempre encima. Lancewood era la encargada de cazar, mientras que Raine cocinaba y reunía los materiales necesarios para la elaboración de hogueras y herramientas.

Durante dos años cazaron solo con el arco y las flechas que ellos mismos elaboraban. Más tarde adquirirían un rifle. 

Y aunque en un principio el ‘experimento’ tan solo iba a durar un par de meses, la ‘pareja salvaje’ nunca tuvo la necesidad de volver a la civilización. Al menos hasta que el tiempo comenzó a hacer mella en su físico.

Una adaptación frente al paso de los años

Pese a que Lancewood todavía es joven (38 años), Raine ya se encuentra cerca de los 60. Tras casi una década vagando por las montañas, el reloj físico del neozelandés se tambaleó cuando le diagnosticaron un problema en el riñón. La única solución era extirparlo y seguir un tratamiento, lo cual significaba vivir en un emplazamiento urbano cercano a un hospital.

Raine se negó tajantemente, y los médicos tan solo le dieron un 3% de posibilidades de sobrevivir. Aun así, se mantuvo firme: ‘¿Diálisis? Prefiero morir’.

Lancewood y Raine preparan una hoguera

Lancewood y su compañero de viaje se trasladaron a una pequeña cabaña, que no tardaron en abandonar a su suerte. En cuanto Raine recuperó un poco su salud, decidieron reinventarse una vez más.

Esta vez era imposible aislarse al completo en las montañas, así que, con el dinero reunido de sus ventas compraron una choza en Bulgaria. Solitaria, pero cómoda: ‘Nuestro único vecino es un oso’.

Su idea es convertirse en ‘nómadas’. Sin un lugar concreto: “Un día acabaremos en Tajikistan, o viviendo en una cabaña en el Himalaya,” decía Lancewood. “Lo principal para nosotros es vivir libres. Vivir sin obligaciones, sin demasiadas posesiones. Cuantas más cosas tienes, más atrapado te sientes.”

Pero, como ella mismo dice, “vivir sin seguridad es sano para la mente”.

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