Los primeros ‘robots’ con capacidad de reproducción nacen en un laboratorio de la Universidad de Vermont, gracias a un experimento conjunto que involucra también a la Universidad de Tufts y al Instituto Wyss. Se trata de un hito sin parangón, ya que se trata de unos organismos ‘programados’ con una reproducción única que nunca antes se había presenciado en otro organismo. El ‘Xenobot’ se ha creado a partir de las células madre de la rana de uñas africana (Xenopus Laevis), de ahí el nombre con el que han bautizado a estos robots. 

La forma de reproducción, como hemos comentado, es muy peculiar. Sam Kriegman, autor principal del estudio aseguraba que “ningún animal o planta conocido por la ciencia se replica de esta manera”. Y es que estos ‘Xenobots 3.0’ siguen un patrón muy parecido al clásico juego ‘El Comecocos’; simplificando mucho la tarea, los organismos progenitores deboran las células madre individuales hasta crear una copia de sí mismos en su interior. Después, ese nuevo Xenobot ‘nacido’ puede seguir el mismo proceso. El nombre es ‘reproducción cinética’ y hasta ahora se sabía que era posible en moléculas, pero nunca se había probado que también pudiese ser así en organismos completos.

Vídeo de la reproducción cinética del Xenobot

Pero, si tienen la capacidad de reproducirse de forma autónoma, ¿podemos seguir considerándolos robots? ¿dónde se encuentra el límite?

Para entender este hito es necesario dejar claro que no hubo manipulación genética de las células madre extraídas. Muchas veces confundimos la palabra robot con electrónica, y en realidad puede llegar a ser un concepto bastante difuso. Josh Bongard, otro de los autores principales del estudio, contaba: 

«La gente cree que los robots están hechos de metales y cables, pero no se trata tanto de lo que está hecho un robot como de lo que hace, que es actuar por sí mismo en nombre de las personas”.

De forma que los Xenobots no serían más que organismos ‘programados’ para actuar a gusto del ser humano. Y aquí reside otra de las incógnitas, el límite moral, ético y de seguridad a la hora de lanzar este tipo de experimentos. Si son capaces de reproducirse de forma replicable, ¿esto extrapolado a una mayor escala podría suponer algún peligro? 

Pues bien, en ese sentido no hay ningún peligro, ya que estos organismos están controlados, son biodegradables y tal y como se explica en el estudio; ‘fácilmente extinguibles’. Sin embargo, la cuestión es más bien en qué pueden llegar a influir esta nueva ‘tecnología’.

Aunque todavía nos encontramos en las fases más tempranas en el desarrollo del proyecto, algunos científicos y autores del estudio se aventuran en darnos algunas claves sobre sus posibles futuras aplicaciones. Las más llamativas serían la medicina regenerativa y la recogida de microplásticos en los océanos.

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