En la actualidad, los científicos y exploradores Javier Cacho y Javier Montojo dan nombre a dos islas antárticas

Pocas son las personas que pueden ver sus apellidos grabados en la Antártida, o simplemente en cualquier tipo de accidente o evento geográfico. Las posibilidades se reducen considerablemente si las aplicamos a científicos o exploradores españoles, pero lo cierto es que la nacionalidad no tiene nada que ver con esto. Más bien hablamos de méritos que todavía hoy emocionan a aquellos que los vivieron y que ahora ven una recompensa simbólica, pero llena de gratitud y respeto.

El Estrecho de Drake, la Isla Charcot, el Mar de Amundsen… Son solo algunos ejemplos de exploradores que poseen el mismo honor que Cacho, y es que todos tienen algo en común; la voluntad de quien se lanza a lo inexplorado para seguir haciéndonos crecer como especie. Ellos también son los personajes que inspiraron a Javier en sus expediciones, ahora quizás, él mismo sea también la inspiración para otros muchos. 

Los primeros y únicos españoles que tienen una isla antártica a su nombre

Javier es un explorador, investigador, escritor, físico y científico habitual en las expediciones antárticas. Fue en 1989 cuando lanzó su primer libro: ‘Antártida y el agujero de Ozono’, tras llevar a cabo una importante investigación sobre este ámbito. Además, fue miembro de la Primera Expedición Científica Española a la Antártida en 1986. Hoy, gracias a sus servicios prestados, la ‘Cacho Island’ es una realidad. Una isla de unos 250 metros de largo y 150 de ancho, con una forma muy peculiar y pegada al archipiélago de Shetland, que a su vez se encuentra muy cercano a la base Juan Carlos I, localizada en la Isla Livingston.

El Comité Científico para las Investigaciones Antárticas (SCAR) en sus siglas en inglés, le otorgó este tremendo honor en recompensa por sus interminables contribuciones a la investigación de estas inhóspitas y heladas tierras. En una entrevista para National Geographic, Cacho decía con orgullo: 

“Si hubiera podido leer el futuro, cuando estuve en la Península Byers, con unos prismáticos hubiera visto mi isla”

Algunos de sus héroes antárticos como Scott, Shackleton o Amundsen, en quienes Cacho basó algunas de sus últimas obras; ‘Amundsen-Scott: Duelo en la Antártida’, ‘Shackleton, el indomable’, ‘Yo, el Fram’ y ‘Héroes de la Antártida’, quizás puedan ver desde algún lugar cómo este ‘desconocido’ científico puede afirmar orgulloso que algún día verá su propia isla. Y de hecho, como ya ha afirmado para otros medios, es uno de sus objetivos para los próximos años. Sin embargo, no siempre las historias de exploradores como Cacho o Shackleton acaban con un final feliz.

Este es el caso de Javier Montojo, quien falleció prestando sus servicios como Capitán del Hespérides en una investigación antártica. Montojo, por las mismas razones que Cacho, hoy también da su nombre a una pequeña isla de 427 metros de largo y 140 metros de ancho, después de que nos dejara a los 53 años.

 

Montojo en su última expedición

Javier trabajaba en el conocido como ‘Proyecto Galileo’, un proyecto encargado por la Agencia Espacial Europea para crear un sistema de navegación por GPS, que más tarde haría que Europa no dependiera más del sistema que usa los Estados Unidos.

El mundo de la ciencia estuvo de luto, sobre todo en España, a quien Montojo sirvió desde la realización de campañas científicas antárticas, como con la colaboración en apoyo logístico y de personal a las bases antárticas españolas Juan Carlos I y Gabriel de Castilla, en donde también protagonizó y lideró algunos proyectos programados por ellas mismas. 

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